Empecé a
consumir la caspa del diablo como parte de la locura de la noche. El ron y la
marihuana ya no llenaban mis expectativas. Bailaba y me reía con una energía increíble.
Era una cotorra imparable y no dormía casi nada. Ahora, encadenado a este vicio
me irrito por nada y reaccionó a veces con amenazas o actos violentos. Soy un
súbdito de la cruel diosa blanca. La mezcla de alcohol y drogas es lanzarse de
un precipicio, suicida. Se fue la luz de la noche farandulera y transito por un
túnel prolongadísimo y angosto sin una vela encendida. El adicto a la cocaína
ha desperdiciado su existencia. En mi paranoia tragicómica aparecen demonios en
las murallas y ventanas. Mi siquiatra me dijo que eran fantasmas creados por mi
vicio, que eran una proyección de mi mente o estado calamitoso. Estos demonios
me han doblegado, han aplastado mi voluntad. Si fueran irreales nada sucedería.
Cuando encuentre la genuina puerta de salida la derribaré, suplicando. Estoy cansado
de ser una piltrafa, un cadáver ambulante.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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