Me compré a crédito mi colorida
camioneta 4x4. La pagaré en incómodas 60 cuotas mensuales, con un préstamo no
muy blando. Si pierdo mi empleo de técnico en esta gran empresa la vendo de
inmediato. A mi jefe le diré que sí a todo. A mi casa le faltan ampliaciones,
refacciones y mucha mantención. El rincón materno donde moro es demasiado
precario mas me alucino con mi adquisición con ruedas. Ya llegará el día en que
no me bañé más con un balde de agua. No importa que quede corto de combustible
de vez en cuando. Cuando la manejo algunas mujeres me miran con cierta
curiosidad, y no creo que sea por esos dos dientes que me faltan. Ya no soy ese
soltero feo y desairado. Intento no ser prepotente con el muerto de hambre que
cruza el paso peatonal. Otros, por austeridad y prudencia, se compran
automóviles usados, yo no. Y si bien mis faltas de ortografía y mis modales son
los mismos y lanzo algunas cáscaras de naranja por la ventana con cautela, la
camioneta me daría cierta distinción, estatus. Hay dos tipos de ciudadanos, los
que poseen una camioneta y los que no. Estoy solicitando un nuevo empréstito
para comprarme el celular de última generación que salió al mercado. Con esta y
otras, mi capacidad de pago quedó al borde del precipicio. Una emergencia o imprevisto
y reviento en el acto, me voy al fondo del hoyo. Cuando la acinturada Martina
se sube a mi 4x4 de soltero, masticando chicle, soy otro. Nunca más volveré a
tener ese rostro de proletario. Mi tarjeta de crédito me elevó. Huiré de la
pobreza a alta velocidad, si no pierdo mi empleo. Con un país endeudado todos
creceríamos, particularmente la banca y las multitiendas, siempre risueñas, en
el Chile de hoy. Sí, soy un emprendedor, un optimista. Creo que debería votar
por un candidato de la centroderecha y cambiar mi modulación, sin dar una
ojeada a mi pasado. Ya es hora. Duermo con ese ojo abierto que custodia mi
camioneta. Si me la roban mis tripas se desgarran.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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