Apareció repentinamente
y con absoluta irreverencia. Quedé sorprendida y algo preocupada. Era mi
primera cana blanca oficial que venía a mí con bríos, como dirigiendo una
marcha, que es lo que más temo. Este cabello intruso algo alteró en mí subrepticiamente.
Hoy mi escenario existencial es otro, no seré ingenua o hipócritamente
despreocupada. Un pelo blanco es una señal, un cambio de ritmo, un simbolismo. Toda
coloración es externa, el tinte es un subterfugio mañoso. Las cavilaciones son
más contundentes, profundas. Soy dos gramos más abstracta. Es que quedé
ensimismada. El espejo me notificó mirándome a los ojos y no me mortificaré más
por aquello que nada vale. Mi sentido de la coexistencia es otro, la paciencia
posee más cuantía. Con este bastonazo áspero y casi imperceptible reviso el
hilo que ha trasladado mi vida de una etapa a otra. Bruscamente me quedé quieta adentro de una fotografía. El reloj, con su ego invencible, siguió su transitar
sin consultas ni dislates. Si mi pigmentación se va a empezar a estropear es embarazoso.
La juventud me da su primer tenue adiós. Sobrellevaré de pie lo que se venga. Y
yo que lo único que quería era peinarme.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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