domingo, 21 de febrero de 2016

LA PLEGARIA VIVA


A penas nos saludábamos en el Liceo y ahora pretende que le visite de inmediato, cuarenta años después. Acudí a su hogar con la premura requerida a petición de mi madre. Emiliano estaba gravemente enfermo, se iba, y sólo quería escuchar de mí una plegaria intensa, como la que hice una vez en la secundaria por la sanidad del entonces querido profesor de castellano, en público. Tomé inspiración de la gracia del cielo, como cuando era joven y vigoroso, y le supliqué a Dios por la restauración espiritual y física de Emiliano. Al verlo llorar me di cuenta que había renunciado a su ateísmo de primera plana. Con un profesor sanado y un ateo menos en este mundo me anoté literalmente dos puntos, puntos que no son míos, obviamente. Gracias Jesús.


Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN

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