Al
parecer la locura es mi hábitat, mi residencia definitiva. La gente normal no
comprende nada, me exaspera. Este mundo trastorna a cualquiera. Mi cerebro no
resistió las vicisitudes y dolores terrenales y un día cualquiera reventé. Como
son mayoritarias las ridiculeces y chifladuras de los sanos, no requieren de un
psiquiatra, yo sí, y por eso me llenan de pastillas que no mejoran a nadie, y a
nadie parece importarle. Y que quede claro que no le causo daños a terceros. No
diré lo mismo de los autodenominados cuerdos. Si revisan bien sus traumas,
heridas emocionales y limitaciones, terminarán siendo colegas míos, y hasta tal
vez sienta pena por ellos. Quién evalúa a quién.
Del blog índice LAS
SOTANAS DE SATÁN
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