Emiliano se ganó 300 mil dólares en la Lotería Nacional. Su transformación
personal fue inmediata y profunda. Se cambió de casa y ciudad rápidamente. No quería
que lo reconocieran o que le pidieran dinero. Se compró una casona en el sur, cerca de la universidad, que al
ampliarla tenía once habitaciones relativamente dignas y dos baños. Cobraba los
arriendos despiadadamente. El que no paga se va. Todos lo conocían. Le encantaba
vivir de las rentas y cuidaba su repentino patrimonio con una escopeta, con ímpetu.
Eso sí, Emiliano había sido revolucionario siempre, de la primera línea. Predicaba
y practicaba. Vota sólo por los izquierdistas porque anhela construir una
sociedad más justa, solidaria y generosa. Eliminar el actual modelo neoliberal
es una meta intransable. Cuando alguien pretende tocar su patrimonio o
rebajarle sus ingresos, Emiliano se enfurece de inmediato.
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