Mi concubinato con
Margarita hoy cumple diez años. Al principio no me casé con ella porque soy de
la convicción de que la pareja debe conocerse bien primero, y evitar así
lamentaciones o dramas en el futuro. A los años después le señalaba que lo
responsable en toda boda era una casa amoblada. Pasan y pasan los semestres y
los sólidos argumentos se me van acabando, mi filosofía se debilita, los
discursos persuasivos se repiten y ya son absurdos. Pensándolo fríamente el
hombre nace libre y de esta manera debería expirar. ¿Por qué atarse? El
concubinato eterno concuerda con mis más firmes convicciones. Otros, no
soportan la presión o amenazas y terminan dando el sí con una cara de felicidad
que es discutible. Pocos llegan al final.
Del blog
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