sábado, 19 de noviembre de 2016

QUE VIAJE MÁS SEGUIDO


Por mientras el Romano Pontífice estuvo en mi país fui un hombre de fe, casi un diácono. Canté todos los cancioneros de la parroquia, caminé muchos kilómetros y me confesé con vigor. Hasta sentí el extraño deseo de leer con seriedad la Biblia. Escuché todos los sermones papales sin bostezar, en una actitud escolástica y con el corazón elevado. Claramente era un ser distinto y luminoso. Cuando el papa móvil pasó cerca de, brotó de mí una lágrima eclesial. Hoy se cumplen veintidós años de su santa visita. Hace veintidós años que no me confieso, que no voy a misa.



Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN




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