domingo, 12 de marzo de 2017

SED SOBRIOS



Atrapado por mi vanidad y sed interior ingresé a la catedral de Sevilla para orar. Al ver tanto oro me vi atrapado por la codicia y el deseo de ser millonario. No pude comenzar mi plegaria y mentalmente empecé a invertir y a comprar. Es que con tanto oro uno piensa en cualquier cosa menos en ser lleno del Espíritu Santo. Me dio la impresión que para el clero el pesebre es sólo un mal recuerdo. Me dieron ganas de decirle al obispo de Sevilla: “vende todo lo que tienes y dalo a los pobres”. Tuve miedo a que llamara a la policía y callé. En la homilía predicaba del ayuno y el desprendimiento y me reí de tal forma que el diácono quería expulsarme de la lujosa catedral. Es que estoy casi seguro que la expresión “sed sobrios” es bíblica. Creo que servir a Dios y al oro es complejo. Después el obispo reflexionaba sobre los cesantes y los pobres de España y elevó una oración con lágrimas por los hambrientos. Me tapé a tiempo la boca con mis manos. No le entendí muy bien eso de andar en el espíritu y no en la carne. Ingresé a la casa de oración preocupado por mi terrible vanidad y salí pensando: “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. La lujuria por el oro es un vicio milenario. Seguramente necesitan un exorcista ¿Quién habrá donado voluntariamente y por amor a la iglesia tanto oro? Oro, oro, oro, la iglesia es un tesoro.


Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN



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