Por un
acto de justicia divina las mujeres ingresaron a la marina de guerra. Es
importante tener detrás de los cañones a mujeres con buena puntería cuando
comience la masacre de militares y civiles inocentes ¿Qué sería de una
sangrienta guerra sin la insoslayable presencia femenina? ¿Cómo no se nos
ocurrió antes? En los bombardeos y en los desembarcos cruentos las hembras
cumplen una labor ineludible. En el manejo del corvo son insuperables. Los
combates son despiadados y ellas lo saben bien. Están preparadas. En tiempos de
paz el buque “Popea” zarpó desde Valparaíso con un contingente femenino en una
misión secreta y estratégica de siete meses. El primer mes no hubo ninguna
dificultad con el sexo opuesto, sólo camaradería. Del tercer mes en adelante
los machos empezaron a sufrir. Sabían que detrás de esa pared al interior del
buque habían mujeres jóvenes y atléticas, y muy simpáticas algunas. Algunos se
quebraban la cabeza pensando en como espiarlas sin ser sorprendidos. Varias
comentaron en el almuerzo que dormían semidesnudas por el calor. Algunos varones
estaban a punto de estallar, de enloquecer, en un heroico mutismo. La castidad
entre puros varones es una obligación sin salida, pero con la presencia de
jovencitas guapas con uniforme y bien peinadas todo cambió. Muchos ya no logran
concentrarse y sueñan día y noche que le cubierta es un motel con bar abierto.
Los fogosos jóvenes ya no piensan en un eventual conflicto bélico. Están con
toda su mente en placeres terrenales clásicos. Sólo espero que al momento de
dispararle al enemigo no se descoordinen demasiado y disparen hacia adelante. Con
tanto celibato a algunos se le nubla la vista. Al quinto mes un marinero conjeturaba
que secuestraba a una navegante que era particularmente femenina, delgada y
agraciada. Todos rieron de buena gana. Son todos poetas y dibujantes. Más de
uno solicitó una visita al psiquiatra. Cuando las doncellas del Popea hacen
ejercicios o algún deporte la pasión de los jóvenes renace. Cualquier asomo de
vocación sacerdotal desaparece rápidamente. Ver a una mujer que está dispuesta
a desangrarse por la amada patria es sufrir, sufrir por amor, por amor a las
cinturas del sexo opuesto. Cada día que pasa es más fácil y más veloz
desnudarlas con la mirada. Una que no era bella hoy es una actriz de cine. Las
arenas de la playa también quieren conocer la dulzura de las guerreras
indomables. Los marineros las seducen en silencio, cantando el himno del Popea.
Soportar la tortura fortalece el carácter.
Del blog índice LAS
SOTANAS DE SATÁN
http://lassotanasdesatan.blogspot.com
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