Es increíble
todo lo que invertí en ella: cirugía facial y en casi todo el cuerpo, dentadura
nueva, vestimenta de lujo, automóviles, viajes y mucho más. Parecía una diosa
de Hollywood. La amaba tanto que nunca puse límites. Es el sortilegio del cosquilleo.
Algunas semanas después de haberme gastado millones ella se me acerca con
lágrimas en los ojos y me dice con claridad y desparpajo: “Ya no te amo,
definitivamente no somos el uno para el otro. Créeme, lo intenté de todas las
formas posibles y no hay caso. Lo nuestro no funcionará jamás.” Algunas
reacciones femeninas confunden a cualquiera. Yo le obsequié mi corazón y parte
de mi patrimonio y terminé con las manos vacías escuchando boleros. Dejar de
quererla fue difícil, es que el erotismo enloquece y atrapa a cualquiera. Tal
vez era muy estupenda para mí, ¿quién sabe? La he visto caminar por la calle
acompañada de otros galanes acicalada con oro, vestuario de altísimo valor y
relajada. Jamás he visto en ella una señal de remordimiento, es más, se ríe en
voz alta en cualquier sitio y sin ningún tipo de complejos.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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