Mi esposa habla, habla y habla, con una
impresionante energía y a veces yo no escucho nada, es que me bloqueo solo. Lo conveniente
es acatar las recomendaciones que ella propone con vitalidad, en cien frases. Yo
casi no pronuncio palabra porque prácticamente no es necesario. Tal vez nos
falta comunicación, señalan algunos dudosos eruditos. Cuando la miro mis oídos
la esquivan subrepticiamente. Con el paso de los trienios obedezco más, oigo
menos, camino despacio y abro la boca lo mínimo. El intentar llevar la batuta
genera una discusión que perderé irremediablemente. Con su voz y carácter ella
me pasa la aplanadora por arriba. Esa mentada falta de comunicación
generalmente me es saludable. De vez en cuando su lengua y celular reposan sin
paz, es más bien un entretiempo. El sendero más corto y cómodo es asentir con
la cabeza con velocidad y sapiencia y dejar que el río fluya, alejándome de
cualquier brote de rebeldía sin vacilaciones.
Del blog índice LAS
SOTANAS DE SATÁN
http://lassotanasdesatan.blogspot.com
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