jueves, 5 de noviembre de 2015

(26) LA UNIVERSIDAD LO PUSO EN SU LUGAR


Bernabé nació algo tonto. Toda la vida en un excelente establecimiento educacional y con profesores particulares y avanzaba muy poco. Su madre lloraba en silencio. En la prueba de selección universitaria no vio una. Es que no se preparó adecuadamente era la excusa primera. El padre entonces lo inscribió en la Facultad de Derecho, sin mucha fe, de una cara universidad particular en donde el requisito más importante era no dejar da pagar las cuotas mensuales de la matrícula. Siete años después se tituló de abogado y hubo una celebración y parabienes. Bernabé nunca aprendió bien a hacer resoluciones, legajos o decretos porque jamás le gustó la lectura y defender a imputados en un tribunal no iba con su carácter, además de ser distraído. Aunque le costó mucho dinero el papá pudo cumplir con su intransable sueño de decirles a sus amigos en el bar y a todo aquel que quiera escuchar su frecuentada frase: “tengo un hijo abogado”, con un orgullo límite, que no le cabía en el pecho. Un día un borracho maleducado le preguntó con sorna: ¿En qué universidad se tituló de abogado tu hijo Bernabé? En ese momento el padre de Bernabé se ruborizó, abandonó el bar ofuscado y se deprimió por tres meses. Es injusto que un beodo te pulverice en un segundo un castillo que se demoró años y mucho dinero en construirse. No es necesario humillar al prójimo de esa manera. También existen universidades privadas de calidad, exigentes.

 

 

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JAIME FARIÑA MORALES

ARICA-CHILE