jueves, 9 de julio de 2015

PRINCIPIARÉ DESDE ATRÁS


Con mi trasero hermoso y redondo como un zapallo perfecto estoy en condiciones de proyectarme, de confiar en mi futuro. Soy una estudiante mediocre sin alternativas piadosas. Es mi gran capital y lo administraré concentrada en una rentabilidad estable y jugosa en el tiempo, hasta que la mísera depreciación acumulada de mi cuerpo haga su sucio trabajo y me vea forzada a rebajar mi tarifa. He aprendido, con mucho talento y esmero, a oler los saldos bancarios de los caballeros exitosos. Al hombre pobre lo fumigo de inmediato. Una mujerzuela sabia es la primera en ahorrar e invertir bien, copulando con un ábaco en la mano. Es sorprendente la hilera de varones que están dispuestos a acariciar mi bello y curvilíneo capital sin regateos. A algunos les bailo en la cara. Mi trasero es mi preciado don.


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martes, 7 de julio de 2015

CON MI CAMIONETA ME ALEJO DE LA CHUSMA


Me compré a crédito mi colorida camioneta 4x4. La pagaré en incómodas 60 cuotas mensuales, con un préstamo no muy blando. Si pierdo mi empleo de técnico en esta gran empresa la vendo de inmediato. A mi jefe le diré que sí a todo. A mi casa le faltan ampliaciones, refacciones y mucha mantención. El rincón materno donde moro es demasiado precario mas me alucino con mi adquisición con ruedas. Ya llegará el día en que no me bañé más con un balde de agua. No importa que quede corto de combustible de vez en cuando. Cuando la manejo algunas mujeres me miran con cierta curiosidad, y no creo que sea por esos dos dientes que me faltan. Ya no soy ese soltero feo y desairado. Intento no ser prepotente con el muerto de hambre que cruza el paso peatonal. Otros, por austeridad y prudencia, se compran automóviles usados, yo no. Y si bien mis faltas de ortografía y mis modales son los mismos y lanzo algunas cáscaras de naranja por la ventana con cautela, la camioneta me daría cierta distinción, estatus. Hay dos tipos de ciudadanos, los que poseen una camioneta y los que no. Estoy solicitando un nuevo empréstito para comprarme el celular de última generación que salió al mercado. Con esta y otras, mi capacidad de pago quedó al borde del precipicio. Una emergencia o imprevisto y reviento en el acto, me voy al fondo del hoyo. Cuando la acinturada Martina se sube a mi 4x4 de soltero, masticando chicle, soy otro. Nunca más volveré a tener ese rostro de proletario. Mi tarjeta de crédito me elevó. Huiré de la pobreza a alta velocidad, si no pierdo mi empleo. Con un país endeudado todos creceríamos, particularmente la banca y las multitiendas, siempre risueñas, en el Chile de hoy. Sí, soy un emprendedor, un optimista. Creo que debería votar por un candidato de la centroderecha y cambiar mi modulación, sin dar una ojeada a mi pasado. Ya es hora. Duermo con ese ojo abierto que custodia mi camioneta. Si me la roban mis tripas se desgarran.


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FUMANDO ESPERO EL VELORIO QUE NO QUIERO


Empecé fumando por monería en la secundaria, el no hacerlo era ser casi un antisocial, un desadaptado. En la discoteca, en la fiesta casi todos éramos súbditos del cilindro nicotinoso, que contiene hasta alquitrán. El glamour del humo es una carnicería. Nunca respeté el aire puro del prójimo. Me agradaba promocionar los derechos de los otros. Con cuarenta y cinco años y a un suspiro del mausoleo repasé todo, con insólita seriedad y respeto. Sentir el olor de mi ataúd me transformó y presumí de ser un pequeño Platón. Nunca abandoné el vicio, nunca pude. Con altivez yo era de los que aseguraba que no era un tiranizado, el sepulturero opinaba exactamente lo contrario. La tabacalera es una organización criminal reglamentad dedicada a ganar miles de millones de dólares con clientes imbéciles como yo. El cigarro es una bala lenta que los corruptos políticos no combaten con todo. Cada tumba es una suma importante de centavos. Hay universitarios inteligentes que también fuman. Cada año las empresas tabacaleras fabrican su propio genocidio exterminando a 6 millones de personas por año aproximadamente. Millones de dólares a cambio de millones de muertos. El negocio es redondo y jugoso. Del cigarrillo pasamos o acompañamos a otros vicios y licencias. Antes de expirar dañé mis pulmones, corazón, dientes, condición física y todo. Era un completo asco y nunca fui bacán. Otras multitudes de tarados rigurosos heredarán mi mala calidad de vida y nada verán más allá de la punta de sus narices, creyéndose astutos, como siempre. Cuando la muerte divisa una cajetilla grita su victoria con locura y seguridad. Compilo mi testimonio y no descanso en paz.


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lunes, 6 de julio de 2015

LA CANICIE PARECE MANSA


Apareció repentinamente y con absoluta irreverencia. Quedé sorprendida y algo preocupada. Era mi primera cana blanca oficial que venía a mí con bríos, como dirigiendo una marcha, que es lo que más temo. Este cabello intruso algo alteró en mí subrepticiamente. Hoy mi escenario existencial es otro, no seré ingenua o hipócritamente despreocupada. Un pelo blanco es una señal, un cambio de ritmo, un simbolismo. Toda coloración es externa, el tinte es un subterfugio mañoso. Las cavilaciones son más contundentes, profundas. Soy dos gramos más abstracta. Es que quedé ensimismada. El espejo me notificó mirándome a los ojos y no me mortificaré más por aquello que nada vale. Mi sentido de la coexistencia es otro, la paciencia posee más cuantía. Con este bastonazo áspero y casi imperceptible reviso el hilo que ha trasladado mi vida de una etapa a otra. Bruscamente me quedé quieta adentro de una fotografía. El reloj, con su ego invencible, siguió su transitar sin consultas ni dislates. Si mi pigmentación se va a empezar a estropear es embarazoso. La juventud me da su primer tenue adiós. Sobrellevaré de pie lo que se venga. Y yo que lo único que quería era peinarme.



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sábado, 4 de julio de 2015

SAN VALENTÍN DESCONFIGURÓ MI SENDERO


Soy una soltera consolidada de 34 años, una master en el área. Por alguna razón los hermosos atardeceres en la playa me duelen. Hago lo que apetezco y no sé que inventar. Voy a donde quiero y ya no se me ocurre a donde ir. Los pretendientes de calidad están casados o no me miran y al happy hour le borré la palabra happy. El no tener un hombre en forma permanente ya parece castigo divino, es como estar quebrada por dentro. Muchas suponen que la soltería no me afecta porque es un estado de libertad que engendra placeres y desinhibiciones, que las he experimentado. El compromiso es una atadura que ya no veo con malos ojos aunque sutilmente promueva lo contrario con mi testimonio. Ahora aspiro a que un hombre que me guste me mime y no hay ofertas. Al parecer todos huyeron al oler el peligro. Soy la otra mitad de alguien que no llega o que no persuadí cuando fue el minuto oportuno, años atrás. Él iba a ser mi protector personal. Camino bien vestida por las calles como una reina y me acuesto como una plebeya condenada a un martirio emocional. Otros me ven como la protagonista perfecta de la diversión, la compañera ideal de algún brindis desarropado. Existe una asolapada presión social, partiendo por mi madre y el reloj biológico. El individualismo es un ensayo interesante, por un rato. Me quiero enamorar de verdad, le digo a mi lámpara. Sueño que un hombre real se enamora de mí a morir. El terror de no encontrar a nadie aumentó mi apetito y espero que todos los santos estén bien vestidos. La soltería como opción te apalea de a poco. Algunas arrogantes no lo admitirán jamás, así se estén reventando por dentro. San Valentín destroza esta perspectiva mostrando el genuino camino de la felicidad. La terapia de soportarme me extingue. Sin amor no somos nada. Hay días en que amanezco histérica. Un macho sin un anillo en su sedo anular es un remota esperanza. Ese tren que se va sí existe y ser una querida es un naufragio, una vergüenza.


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