lunes, 29 de junio de 2015

EL VESTIDO DE NOVIA MANTIENE LA DISTANCIA


Después de muchos años me titulé de abogada y púseme a trabajar con éxito. Las invitaciones de varones abundaban, sólo acepté muy pocas. Cada vez que pronuncio la palabra matrimonio la mesa queda vacía, todos los machos interesantes huyen. Por mi motivación de ponerme un vestido de novia soy la lepra. Lo sé, he adquirido mañas y no soy muy apacible porque lamentablemente digo lo que siento. Me cuesta tragarme las palabras. En las noches aparecen las melancolías y en algunas mañanas un tedio, del género. Esta modernidad maldita me trajo hasta aquí. Yo, una hembra inteligente nací para estudiar y prosperar por las mías. Es el costo del triunfo femenino. Llegas a tu pequeña cima renunciando a demasiadas necesidades y postergándolo todo. A veces sueño que transporto a ese hijo que no existe a la escuela. Algunas de mis más entretenidas aventuras sexuales de fin de semana, que yo financié, me acompañarán a la tumba. La jarana no lo es todo porque suma hacia abajo y obviamente golpea más a las mujeres. Las orgullosas nada reconocerán. Mi trasero y mi cuerpo anhelan un nido. A mi amiga que era una soltera fanática, le ofrecieron matrimonio y se le acabó su doctrina velada en un santiamén. Se tomó tres mil fotografías con su vestido de novia, radiante. Los hombres me miran con desconfianza y el que me destaque laboralmente acompleja a varios. Los machos que me gustan prefieren a las de 20 años porque las pueden domar. Yo he recorrido mucho camino, se comenta. Ser una geisha a estas alturas me es casi imposible. Puedo tener al hombre que yo quiera, por un fin de semana o por un mes, no más. Muchas mujeres ganadoras se han llorado mil pañuelos. Soy el arquetipo de la mujer moderna, liberal, envidiada y yo me siento muchas veces una perra miserable aunque me han solicitado que dé charlas sobre “La mujer victoriosa”. El mercado me valora, el macho que me gusta no. Una joven enamorada de 20 es paciente, tolerante, seductora y tontamente risueña. Con una fémina así yo no competiré. Desesperarse es fatal, intentar engomarse a un hombre también. El cuento de terror de que soy una soltera feliz me está devorando. Con los semestres mi trasero se ha puesto conservador, que irónico. Mi almohada jamás me miente, es mi pilar. Tal vez deba optar por un divorciado, aunque esté desfinanciado, que es lo que me va quedando, me señalan mis binoculares con visión nocturna.


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domingo, 28 de junio de 2015

POR FE CREO QUE DIOS NO EXISTE


De tanto negar a Dios se le endureció la cara, la existencia. Es un ateo devoto, fiel. El ve un reloj y no imagina que detrás haya un relojero. El divisa la impresionante creación y no imagina a un Creador. Optó por la beata generación espontánea, por el azar. Está convencido que fue un acto hechicero repentino el que creó el cielo y la tierra, sin propósito ni motivación alguna, desde la nada. Entonces por ser creadora la nada es una divinidad, o al menos cumpliría con algunos requisitos de ésta. Rara vez duda de su credo y la promoción circunspecta del ateísmo es su apostolado con una sotana invisible. Es un discípulo de la nada, de esa nada innovadora y artística que sería el vientre de la suprema creación. Envejece con su báculo fabricado con la necedad de los siglos. El vacío de su ser y la soledad le vociferan en la oreja que su vida es miserable mas él se encadena a sus dogmas con la perseverancia de un fanático religioso y no atiende a la sensatez ni después de un vaso de vino. Él encontró su camino esquivando el verdadero, el lógico. Hacia adelante ve un abismo que su catecismo nunca ha explicado seriamente. Este creyente nunca ha probado nada. Niega a Dios inflando el pecho, cerrando las puertas de su alma. La majadería es su paradigma.



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viernes, 26 de junio de 2015

EL COROLARIO DE UNA DEBILIDAD REITERADA


Treinta y seis años trabajando como un burro en esta multinacional y me jubilé, pensando en mi pequeña amante de treinta años de edad con la cual ya convivía hace unos meses. Fue mi secretaria y amiga íntima por cinco ardorosos años. Cameron era el complemento perfecto en mi gastada y aburrida existencia. A ratos me creía un adolescente, un humorista. Con mi primera esposa nos separamos civilizadamente. Ella se quedó con la casa ampliada en la que arrienda piezas, con la camioneta, los muebles y lo demás, que era bastante. Me firmó el divorcio algo apenada y con unos improperios gruesos al aire. Con mi envidiada pensión líquida de dos mil dólares comencé literalmente una nueva época de romanticismo y palpamientos sin fin, en la nueva y sencilla casa que arrendamos. De repente todo cambió cuando me relata cuidadosamente que estaba embarazada, situación que habíamos acordado que no sucedería en pos de nuestra fogosidad. El carácter de Cameron no era igual y llegó un momento en que no quería nada conmigo y se fue a la casa de su madre blandiendo agresiones verbales y un trato inadecuado. Y si bien algunas veces me enojo nunca le levanté la voz con vocablos soeces e ira como le juró a un juez que me obligó a traspasarle el 50% de mi pensión a Cameron, a través de una retención judicial que es irreversible hasta que nuestro hijo recién nacido cumpliera los 18 años de edad. Los buenos abogados no me sirvieron de nada. Hoy Cameron se divierte disolutamente y percibe la mitad de mi pensión. Al parecer jamás creyó en la fidelidad como principio férreo. El año y medio que cohabitamos jamás lo olvidaré. Por razones económicas no tengo relación amorosa alguna y arriendo una humilde casa en la periferia del barrio de mi niñez pobre. Mi estándar bajó bruscamente de una casa grande y hermosa a una precaria ratonera. Aprendí a cocinarme, a encerar y a lavarme la ropa, entre otros. Estoy solo. Decenios de trabajo como profesional ejecutivo exitoso los lancé por la borda por la movediza cintura de una joven mujer que al principio fue melosa y juguetona conmigo, con promesas de humo. Desde mi absoluta austeridad he recapacitado duramente sobre las consecuencias de la lujuria, arribando a conclusiones potentes.


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jueves, 25 de junio de 2015

LOS DEVANEOS CONTINGENTES DEL AMOR MADURO


Es increíble todo lo que invertí en ella: cirugía facial y en casi todo el cuerpo, dentadura nueva, vestimenta de lujo, automóviles, viajes y mucho más. Parecía una diosa de Hollywood. La amaba tanto que nunca puse límites. Es el sortilegio del cosquilleo. Algunas semanas después de haberme gastado millones ella se me acerca con lágrimas en los ojos y me dice con claridad y desparpajo: “Ya no te amo, definitivamente no somos el uno para el otro. Créeme, lo intenté de todas las formas posibles y no hay caso. Lo nuestro no funcionará jamás.” Algunas reacciones femeninas confunden a cualquiera. Yo le obsequié mi corazón y parte de mi patrimonio y terminé con las manos vacías escuchando boleros. Dejar de quererla fue difícil, es que el erotismo enloquece y atrapa a cualquiera. Tal vez era muy estupenda para mí, ¿quién sabe? La he visto caminar por la calle acompañada de otros galanes acicalada con oro, vestuario de altísimo valor y relajada. Jamás he visto en ella una señal de remordimiento, es más, se ríe en voz alta en cualquier sitio y sin ningún tipo de complejos.


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UN LLAMADO A LA PREDICACIÓN CON ELÁSTICO


Éramos novios jóvenes y asistíamos a misa todos los domingos. Y entonces ella me comunica lo que insinuaba con vigor y ciertas dudas hace meses. Había tomado la elevada y beata decisión de ser monja, de las hermanas del pío sacramento, con 18 años de edad. En su casa todos eran católicos. Y se fue un 1 de febrero a aquella ciudad pidiéndome que elevara profundas plegarias por su llamado del Señor, por la que sería la futura sor Frida. Yo respetando su decisión con mucho dolor y amor participé de cadenas de oraciones, de novenas, de cuanta peregrinación aparecía y rezaba como nunca, por ella, absolutamente todos los días, sin excepción, y como mi amada me enseñó y me lo solicitó, con ternura eclesiástica. Desde mi espíritu aceptaba con resignación que la Madre Iglesia necesitaba a Frida a su lado más que yo y seguir enamorado como un bobo de una novicia es obsceno, pecaminoso. Hasta que el 4 de marzo de ese mismo año y en plena rogativa fervorosa por la religiosa me doy cuenta de reojo que Frida estaba en al patio de la capilla comentándole a un amigo que su vocación apostólica se había terminado definitiva e irreparablemente, hace un mes. Algo fatal la desilusionó. Tal vez un sacerdote se tentó al ver su hermosa figura y coquetería. Si no me entregó detalles por algo será. Yo me enfadé mucho con Frida porque me obligó a ser un hondo devoto de la fe por un mes y cuando la conocí era un agnóstico. Escuchaba las homilías influenciado por ella. Algunos ya pensaban que yo era diácono, al verme tan espiritual y rezador. Nuestro amorío se esfumó y los dos abandonamos las misas por diferentes motivos, buscando nuestro destino. La fe quedó en estado vegetal.


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domingo, 21 de junio de 2015

UN OCÉANO DE VOCABLOS Y DISERTACIONES


Mi esposa habla, habla y habla, con una impresionante energía y a veces yo no escucho nada, es que me bloqueo solo. Lo conveniente es acatar las recomendaciones que ella propone con vitalidad, en cien frases. Yo casi no pronuncio palabra porque prácticamente no es necesario. Tal vez nos falta comunicación, señalan algunos dudosos eruditos. Cuando la miro mis oídos la esquivan subrepticiamente. Con el paso de los trienios obedezco más, oigo menos, camino despacio y abro la boca lo mínimo. El intentar llevar la batuta genera una discusión que perderé irremediablemente. Con su voz y carácter ella me pasa la aplanadora por arriba. Esa mentada falta de comunicación generalmente me es saludable. De vez en cuando su lengua y celular reposan sin paz, es más bien un entretiempo. El sendero más corto y cómodo es asentir con la cabeza con velocidad y sapiencia y dejar que el río fluya, alejándome de cualquier brote de rebeldía sin vacilaciones.

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LA REALIDAD DE MI TRISTE SER


Cuando en mi adolescencia me hacía las famosas preguntas filosóficas: ¿quién soy yo? ¿qué soy? ¿qué será de mí? es porque ya sabía que muchas cosas no era debido a mi falta de talento o destrezas notables. Estos dilemas son más profundos y reiterados en los hombres ordinarios como yo, en los viandantes. Sé que soy uno más de la galería y que superar la mediocridad es difícil. La vida en sí es muy dura y ser un triunfador es un desafío inquietante, que aplasta en la autopista a la gran mayoría, incluyendo a los presumidos y enmascarados. Los que brillan en su área son escasos. ¿Quién soy yo? Soy uno más del lote, sólo uno más, eso soy, sin ornamentos. Algunos lo perciben antes de los veinte años de edad, otros, levantan trofeos y copas que nunca existieron por un largo periodo. La ansiedad es una pérdida de tiempo. Eres lo que eres, eso eres. No sientas vergüenza de haber nacido. Con la vanidad y ajustando historietas nada encubrirás. Ese rostro victorioso tuyo es una broma de mal gusto.

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sábado, 20 de junio de 2015

EL AMOR ES UNA ROCA INVENCIBLE



Era la más atractiva de la fábrica y tal vez de la comuna y yo como joven profesional enloquecí en parte. Empezamos a salir y con el tiempo la pasión devino. Ella de 20 años y yo de 30. Ambos solteros y sin hijos. A ella los pretendientes y postulantes a marido le sobraban, por su belleza. Entre manoseo y calentura no analicé bien sus defectos y virtudes. A decir verdad entre tanta caricia vertiginosa no analicé nada y me enamoré como un bobo. Ella en el fondo de su ser deseaba un cónyuge y no el ser una clienta habitual del motel “El pezón de yeso”. Así me puso contra la pared con su nómina de adeptos sobre la mesa. La boda en líneas generales fue sencilla y el vestido de novia impresionante. La mayoría de los hombres se ven felices en el día de su matrimonio y yo era un novio hechizado más, por sus sugerentes encantos. La esposa rápidamente asume el mando, de todo, como una costumbre ancestral. Con los años tuve tiempo para examinar más detenidamente sus defectos y el océano de virtudes que yo le asignaba gratuitamente, desde el ardor. A medida que la fogosidad marital disminuía mi capacidad de evaluarla con precisión aumentaba cuantiosamente. No entiendo como me pude equivocar tanto, medio a medio. En mi soltería mis únicos puntos de referencia eran su trasero y el vaivén. Me mostró su cuerpo desnudo y dejé de ver, de pensar. Casarse así es ir al altar ciego, y eso es injusto.

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viernes, 12 de junio de 2015

ASÍ SOY YO


Pretendiendo ser honorable con mi novio le conté lo más relevante de mi pasado coqueto, algunas vergüenzas y descaros. No iba a engañar al que amaba y candidato a esposo. Opté por la transparencia, por dormir bien, por poner las cartas sobre la mesa de una buena vez. La mentira y el secretismo traen corolarios, pesadumbres. Ahora mi novio cada vez que se enfada conmigo me recuerda con los lujos y detalle lo relatado, con una memoria fotográfica envidiable, conjeturando de todo y adicionando episodios eróticos que ni imaginaba y que ni por cerca eran parte de mi profunda confesión. Los hombres poseen una mente lujuriosa y egoísta. No enojarlo nunca más es la solución, caminar sobre vidrios rotos, o me quedaré sin torta de bodas.

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domingo, 7 de junio de 2015

LA FLUIDEZ DE LA INFORMACIÓN Y LA TOMA DE DECISIONES


Compañeros y compañeras, desde este prestigioso campus les señalo que las medidas tomadas en la rectoría y en la Federación de estudiantes no descienden a la base adecuadamente. Falta consulta a los educandos de esta Universidad, considerar la perspectiva de cada uno. La historia nos enseña que divorciarse del pueblo es fatal. Nosotros los de abajo, no nos enteramos en detalle de lo que sucede cuando se toma una decisión. Necesitamos evaluar y supervisar minuciosamente cada determinación, democráticamente, con el pertinente e incesante monitoreo. Deberíamos hacer un acto cultural todos los días, en lo posible almorzar y caminar juntos, casi tomados de la mano. Si jugáramos todos a la ronda día por medio seríamos más unidos, estaríamos más compenetrados. Y aunque el porcentaje de asambleísmo de esta dialogante y a veces exasperante Facultad es elevado, falta la adecuada comunicación, coherencia, sensatez, coordinación y fluidez. Hasta los más duros y tozudos se marean con tanta palabrería y cabezas de pescado. Atentos compañeros, no nos podemos empantanar en el análisis sesudo, en la reflexión honda y persuasiva. Hay cables que están cortados, discursos que son vacíos. Son demasiados los decenios perdidos. El micrófono es el medio, no el fin. Nunca olvidemos, ni en broma, que siempre existe una poderosa razón para marchar por la Alameda, siempre. Y si queremos cambiar la sociedad debemos movilizarnos con convicción todas las veces que sea necesario, discutiendo cada punto de la agenda escuchándolos a todos. No bastan horas y horas de encendidas disertaciones y arengas. No al calambre, sí a la perseverancia. Mi candidatura a la mesa consiste en proponer, en explicar a los alumnos cada tarde cada paso que se da mirándolos de frente, dialogar con franqueza con todos los sectores, tomar decisiones en conjunto e ir exterminado así la demagogia y la charlatanería que nos agobia.


FIN

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