Al decenio después que lo ordenaron sacerdote en la catedral empezó a frecuentar a Ingrid, la que sería el amor sexual de su vida. Después de bautizar, perdonar pecados y de predicar de la santidad católica con convicción y fluidez, se entregaba con pasión y erotismo a ella, quien le correspondía en todo, en todas sus fantasías, año tras año. La rutina de la parroquia no variaba y ella era religiosa en la ingesta de pastillas anticonceptivas. Un embarazo le arruinaría la carrera laboral al presbítero. Al celebrar sus 20 años de concubinato puertas afuera, en el más absoluto secreto, el cura no fue capaz, y nunca lo fue, de contarle a su amada que una vez le fue infiel, en un largo retiro espiritual que se hizo en el sur, con una joven acinturada y vulnerable que no se quería confesar. No tolera ver sufrir a su fogosa querida encapuchada, que con los años se deprimía horriblemente, de vez en cuando, porque la clandestinidad liquida la siquis de cualquiera. Nunca dejo de soñar con un vestido blanco. Es que ella anhelaba una familia normal y él el amor divino. Su pasatiempo favorito era reprender con celo santo a las fornicarias, sin balbucear.
Del blog índice LAS
SOTANAS DE SATÁN
http://lassotanasdesatan.blogspot.com
http://microcuentosson.blogspot.com
JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE
No hay comentarios:
Publicar un comentario