domingo, 7 de septiembre de 2025

(87) UN TRASERO CON AMBICIONES CLARAS


Aurelio conformó una hermosa familia con su encantadora y devota esposa Ámbar que le dio dos hijas primorosas. Era un hogar de amor y sana convivencia, un pequeño clan reputado. Era un vendedor locuaz de los disímiles productos de su librería. Era un empleador próspero porque también corría el día entero, sin pausas. Era un ejemplo. Ahí conoció a Chiara, una colombiana de 20 años que no dejaba de sonreír y con un cuerpo fenomenal. Él, a pesar de sus cuarenta años quedó embobado como un quinceañero y se desdibujó. Fue asombroso. Concluida una breve y concupiscente conversación la invitó a una casa vacía y amoblada de su propiedad. Ella aceptó, después de unos corcoveos concisos y cínicos. El amorío fogoso era semanal y sagrado. Él le regalaba dinero en efectivo y nada más, para no ser descubierto. Nunca fue tacaño. Se transformó en otro, disimulando con maestría. Al año después de iniciado el romance prohibido ella insistía que quería algo más serio. No estaba dispuesta a ser una querida por siempre. Era joven y escultural y esta era una oportunidad de formalizar que no desestimaría. Ella merecía una libreta de matrimonio del registro civil chileno. A veces lo amenazaba, se irritaba, se ponía histérica. El enamorado y discretísimo Aurelio le señalaba que abandonar a su esposa, hijos y prestigio era sencillamente imposible. Eso no va a ocurrir, le indicaba. Se lo reiteró cada vez que fue necesario, con el vigor que la situación ameritaba. Su numerosa parentela católica no se lo perdonaría. Las discusiones iban en aumento, con más intensidad y exasperación. Un día, concluida su entrega de pasión pornográfica acostumbrada, Chiara tuvo la surrealista e insólita idea, producto de la frustración acumulada, de llamar por celular a Ámbar, aprovechando que el galán dormía profundamente, enviándole imágenes de un Aurelio semidesnudo en la cama, del celular del empresario. En una de las fotografías ella aparecía mostrando su rostro, al lado de él. Era la locura misma, un desatino de otro nivel. Chiara le indicó que su esposo estaba en la segunda casa y que era su amante hace más de un año y que le había hecho promesas de amor que nunca cumplió y que su actual matrimonio era una farsa. Ámbar, a una velocidad temeraria, llegó a la segunda casa en diez minutos. Chiara se había marchado recién. Si bien estaba furiosa y descompuesta entró sigilosamente a la habitación y de un escobazo lo despertó y dialogaron.
Dime infeliz, ¡¡¿Qué hacías en la cama con esa perra extranjera?!! – le preguntó Ámbar, mostrándole de inmediato las imágenes coquetas, que eran la evidencia contundente e irrefutable.
Esa morena es mi amante hace unos meses. Soy culpable –señaló Aurelio en el acto, sabiendo que cualquier mentira era ridícula porque fue sorprendido in fraganti y ya estaba condenado.
¡¡Lo sé imbécil, lo sé!! La enferma mental de Chiara me contó los detalles de tu idilio y los de tu segunda boda. No te aparezcas por mi casa. No me llames. Te quedarás a vivir aquí. Los detalles del divorcio y de las visitas a las niñas lo conversarás con mi abogado o nos vemos en los tribunales. La mitad de la empresa es mía, soy socia. No lo olvides desgraciado –sentenció la acinturada y digna Ámbar, de treinta años, con un fallo que fue irreversible y demoledor.
Aurelio derrotado y lloroso perdió a su familia, la mitad de su empresa, su prestigio, su regia casa repleta de vivencias, su estabilidad emocional y su militancia en la parroquia. La lujuria juguetona lo desgajó. El sicólogo y el sacerdote lo regañaron por lo mismo. Hoy es un miembro activo del bar “Lágrima Tardía”. Los intereses de ese redondo y tonificante trasero se estrellaron con la sensatez y en la batalla final todos perdieron todo.


http://lassotanasdesatan.blogspot.com

http://microcuentosson.blogspot.com


JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE


No hay comentarios:

Publicar un comentario