Maura se casó hace diez años con Roque en la parroquia del barrio. No son el matrimonio perfecto mas pasan raspando. Ella es secretaria informática en la corporación internacional Diodochip en donde la mayoría son mujeres, casi todas empoderadas, modernas, decididas. Ella es una mujer feliz con su marido e hijo y se le nota hasta en la cara. Él le regala flores, cenas y piropos por toneladas. Además es conservadora y creyente en Cristo. No participa de los trasnoches regados y de los relajos de sus compañeras de labores. El gerente la estima porque es laboriosa y leal. Por alguna razón que no se deduce con facilidad muchas damas detestan a Maura que jamás ha pensado en divorciarse a pesar de las sugerencias sutiles de las independizadas y vigentes. Casi todas en la empresa están divorciadas, separadas o abandonadas. También están las solteras que no encuentran nada. Es una epidemia en el país. La liberación consiste en estar sola como un perro y divertirse sin pudores hasta que el elástico se rompa. El lloriqueo posterior no terminará nunca y lo saben. Ver a una cristiana casada dichosa los 365 días del año ya es inaguantable, una bofetada. Jamás ha sido feminista y detesta en silencio las separaciones. Atiende a su marido como a un príncipe cada vez que tiene tiempo, ora por él, por su hijo, por la empresa y por las clientas del bar “Lágrima Obesa”. Dios es su prioridad uno. No pretende ser arquetipo de nadie. Ver a una señora intensamente enamorada de su cónyuge por tantos años es una bomba de tiempo en las envidiosas, que disimulan mal. Las propuestas serias de los varones no se aproximan a Diodochip.
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JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE