En una esquina se para un vendedor de marihuana y drogas que jamás le abre una línea de crédito a los consumidores leales. Todo se paga al contado. El patrón del barrio es un narcotraficante reconocido en la zona y muchas veces es generoso con los que se le acercan. Es un hombre de respeto, muy considerado entre sus colegas. Financia algunos cumpleaños, a raperos, compra camisetas, remedios y alimentos y mucho más. Si bien no tolera a las bandas rivales, a los traidores y a los delatores, en lo demás es amable y simpático. Se irrita cuando los policías merodean con insistencia su jurisdicción o cuando los fiscales empiezan a cuestionar la honorabilidad del prójimo. Cuando un colaborador o familiar del patrón fallece el funeral es a otro nivel, con balazos, cánticos y mucho cariño al occiso. La emotiva sepultación es un rito de los pistoleros. Los mártires de la mafia deben ser recordados por siempre. No es obligación usar corbata en los velorios. Mi patrón ha realizado significativos aportes económicos a algunas campañas políticas. Es inclusivo, todos los partidos políticos son sus hermanos. Casi todos le deben algún favor. Es uno de los protagonistas del quehacer del barrio. Yo transito por mis pasajes con el paso de la novia. Algunos proponen que el cumpleaños del patrón sea un feriado comunal, como señal de aprecio y agradecimiento.
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JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE
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