Es objetivo de la Teología de la Liberación prostituir la fe, el cristianismo y la redención. Creen en las transformaciones sociales y económicas para el desarrollo global del pueblo. La llenura del Espíritu es postergable. La tiranía de Cuba es un buen ejemplo del acercamiento al reino de Dios, con una tarjeta de racionamiento que se distribuye entre aquellos que no son de la elite barbuda. El análisis marxista determinará correctamente las razones de la pobreza espiritual e intelectual y te conducirá al arrepentimiento a los pies de la cruz. Un comunista con sotana predicará la buena nueva, disfrazado de paloma, con una metralleta en la mano sólo si es necesario. Su opción es la pobreza totalizante. La visión atea del marxismo es el instrumento de la reflexión pía. La opresión del pecado es el problema número uno, que se soluciona con una conversión a Jesucristo. En el rostro de Cristo verás la gloria de Dios. El sacerdote guerrillero Camilo Torres es el modelo a seguir en las homilías, inspiración del totalitarismo. No basta con rezar. Un cristianismo sin Cristo y la revolución violenta son gemelos en la gloriosa causa. El materialismo es una joya. La lucha de clases es con balas. “La iglesia pobre para los pobres” incluye el banco del Vaticano, los millones de inmuebles y latifundios y las millonarias inversiones en la bolsa. Un detalle que el papa Francisco al parecer obvió en su mensaje impúdico. La pobreza se combate creando riqueza, nuevos empresarios, nuevos proyectos rentables, fomentando la inversión. El paganismo es un insumo para una teología de incrédulos. Con la caída del muro de Berlín la teología de la liberación se desplomó, perdió su esencia, a su hermana mayor. Se convirtió en una mendiga. Hay que disimularlo bien, con el rostro duro. Y si los curas rojos continúan fastidiando es porque la altivez es sólida y potente y predicar en las calles de la sangre preciosa derramada es una lata.
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JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE